La operación Rising Lion, ejecutada por Israel contra más de 200 blancos estratégicos en Irán, ha sido calificada como la acción militar preventiva más precisa y sofisticada de la historia. Sin bajas propias y con un sigilo absoluto, marcó un antes y un después en el arte de la guerra. Un lector militar peruano en actividad comparte su análisis sobre cómo esta operación evidencia el fin de la guerra convencional: los drones, la inteligencia artificial y la ciberinteligencia ya dominan el escenario bélico. Las Fuerzas Armadas del mundo deben adaptarse o quedar obsoletas.
Operación Rising Lion: La Guerra del Futuro Ya Comenzó y No es como la conocíamos
La operación militar demuestra que los conflictos modernos ya no se libran con grandes ejércitos ni escuadrones de combate tradicionales, sino con tecnología avanzada, drones, inteligencia artificial y un sigilo casi perfecto. Nuestro lector, militar en actividad, sostiene que las Fuerzas Armadas del mundo deben tomar nota: el futuro de la guerra ya está aquí, y quienes no lo comprendan quedarán obsoletos.
(americasistemas.com.pe. Lima, Perú – 02 de julio 2025) La operación israelí “Rising Lion”, un ataque preventivo de precisión ejecutado contra Irán. Más allá de sus consecuencias geopolíticas, la operación evidencia un cambio profundo en la forma de hacer la guerra: la tecnología, la inteligencia artificial, los drones y la guerra cibernética desplazan a los medios tradicionales. No se trata de celebrar ni de temer, pero tampoco se puede mirar a otro lado. Lo ocurrido ya forma parte del nuevo lenguaje militar del siglo XXI.
Israel llevó a cabo una operación militar sin precedentes en territorio iraní. Llamada Operación Rising Lion (León Ascendente), la misión consistió en un ataque preventivo que destruyó simultáneamente más de 200 objetivos estratégicos dentro de Irán, sin que se detectaran movimientos previos, ni se registraran bajas propias del lado atacante.
Los blancos alcanzados fueron de alta sensibilidad: instalaciones nucleares fortificadas como Natanz, Fordow y Arak; bases de misiles balísticos; centros de investigación en tecnología armamentística; sedes del IRGC (Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica); centros de mando militar; y residencias de científicos clave. Todo esto, en un espacio aéreo protegido por sistemas antiaéreos de origen ruso, radares de largo alcance, y una defensa integrada que se creía robusta. Los sistemas de misiles S-300 y S-400, el orgullo de la defensa rusa en Irán, fueron superados sin dejar rastro.
Lo técnico y lo invisible
La operación destaca no solo por la magnitud del daño infligido, sino por la forma en que fue ejecutada. Aviones F-35I Adir y F-15I Raam, drones Heron TP y Harop, así como misiles hipersónicos presuntamente utilizados por primera vez, actuaron de manera coordinada. Todos estos medios, guiados y protegidos por sistemas de inteligencia artificial, lograron ingresar, atacar y retirarse sin ser detectados ni interceptados.
Previamente, se produjo una ofensiva cibernética que inutilizó durante horas los sistemas de defensa aérea iraníes, las redes de comando militar, y varias plataformas de vigilancia satelital. El resultado fue que el ataque se desarrolló sin interferencias visibles.
El trabajo previo de inteligencia
Uno de los elementos más comentados por los analistas ha sido el rol del Mossad. La agencia de inteligencia israelí habría estado infiltrando durante años a la industria nuclear iraní, colocando dispositivos de geolocalización en rutas logísticas, saboteando sistemas eléctricos, y eliminando científicos clave. Esto permitió que el ataque aéreo pudiera ejecutarse con una precisión casi quirúrgica.
Según fuentes abiertas, colaboraciones internas dentro del propio Irán habrían sido determinantes. Lo que plantea la pregunta: ¿qué tan profunda fue la infiltración y por cuánto tiempo se sostuvo sin ser detectada?
Un nuevo tipo de guerra
La comunidad internacional —incluso países históricamente críticos de Israel— ha reconocido la capacidad técnica del ataque. No se emplearon grandes flotas, no hubo movilización masiva de tropas, y casi todos los daños se concentraron en infraestructuras militares o industriales. La cantidad de víctimas civiles fue muy reducida.
Más que un conflicto armado tradicional, lo que ocurrió fue una demostración de lo que muchos ya denominan “guerra del siglo XXI”: silenciosa, remota, quirúrgica, tecnológica y basada en datos e inteligencia.
¿Y ahora qué?
El régimen iraní quedó seriamente golpeado en su capacidad de mando, respuesta y producción nuclear. El impacto estratégico también alcanzó a sus aliados regionales (Hezbolá, Hamas, los Houthis), que perdieron sincronización operativa. Si bien no se desató una guerra abierta, el mensaje ha sido claro y contundente.
Para quienes observan desde regiones alejadas del conflicto, como América Latina, este tipo de eventos podrían parecer ajenos. Pero no lo son. El espacio digital, la guerra cibernética y las capacidades autónomas ya no son patrimonio exclusivo de potencias globales.
Sin caer en alarmismos, basta con mirar lo ocurrido y entender que los conflictos armados del presente —y del futuro inmediato— se juegan con nuevas reglas.
La operación que marcó un antes y un después
La madrugada del ataque tomó al mundo por sorpresa. Sin despliegues masivos, sin flotas visibles, sin anticipos en los radares globales, Israel ejecutó la operación militar preventiva más audaz y sofisticada registrada hasta la fecha: Rising Lion. En una acción coordinada que duró pocas horas, más de 200 objetivos estratégicos fueron destruidos dentro del territorio iraní —uno de los espacios aéreos más defendidos del planeta— sin que se registraran pérdidas propias ni bajas civiles significativas.
¿Cómo lo logró?
El éxito de Rising Lion no se debe solo al poderío militar israelí, sino al uso magistral de herramientas tecnológicas de última generación. Aviones F-35I Adir y F-15I Raam modificados, drones Heron TP y Harop con capacidades autónomas de ataque, y posiblemente misiles hipersónicos debutando en combate real, fueron el brazo ejecutor de un diseño de guerra sin precedentes.
Pero detrás de los controles no solo hubo pilotos: también hubo algoritmos. La inteligencia artificial coordinó simultáneamente los ataques y evasiones, mientras que una guerra cibernética previa inutilizó defensas iraníes clave. Los sistemas de misiles S-300 y S-400, el orgullo de la defensa rusa en Irán, fueron superados sin dejar rastro.
El Mossad, la sombra decisiva
Un capítulo aparte merece la intervención del Mossad. La agencia de inteligencia israelí preparó durante años el terreno, infiltrando la industria nuclear iraní, eliminando científicos clave, saboteando desde adentro, y equipando camiones logísticos con dispositivos GPS. La coordinación entre inteligencia y fuerza aérea fue total: sin esta infiltración, la operación habría sido imposible.
Adiós a la guerra convencional
Para los observadores militares —incluido el lector peruano que motiva este reportaje—, Rising Lion es una advertencia directa: el campo de batalla ya no se define por el número de soldados o tanques, sino por la supremacía tecnológica. Los drones han dejado de ser herramientas de apoyo para convertirse en protagonistas del combate. Las flotas de cazas clásicos enfrentan ahora sistemas autónomos más baratos, más sigilosos y con menor riesgo humano. La doctrina convencional ha quedado rezagada.
Lecciones para el Perú y la región
Este testimonio desde las Fuerzas Armadas del Perú advierte que aún en Sudamérica, donde los conflictos armados no son inminentes, no se puede ignorar el giro radical en la concepción del poder militar. Capacitación en ciberdefensa, inversión en tecnología de drones, y una mayor integración entre inteligencia y operaciones serán claves para mantener la soberanía y seguridad nacional.
El mensaje está claro
Israel ha dado una clase magistral de neurocirugía militar en pleno corazón enemigo, sin causar genocidios ni escalar a una guerra total. Rising Lion no es solo una victoria táctica: es un cambio de paradigma.
“Así como la Operación Entebbe fue cirugía de precisión en 1976, Rising Lion es neurocirugía de altísima complejidad en pleno corazón enemigo.”
Las guerras del futuro ya no llegarán… ya comenzaron.
