La irrupción de la Inteligencia Artificial ha generado temor entre muchos jóvenes que ven sus empleos amenazados, pero casos como el de IBM muestran una realidad más matizada. La empresa despidió a 8,000 trabajadores para automatizar tareas con IA, pero luego se vio obligada a recontratar personal con nuevas habilidades humanas que la tecnología no puede reemplazar. Esta experiencia revela los límites de la automatización y la necesidad de talento creativo y estratégico. La nota invita a reflexionar: la IA no es el “cuco” del empleo, sino una oportunidad para reinventar el trabajo y apostar por el valor humano.
IA: ¿El cuco del empleo o una oportunidad para reinventarnos?
Reflexionando y aterrizando un tema que asusta a muchos, pero que también deja lecciones profundas para el futuro laboral
(americasistemas.com.pe. Lima, Perú – 21 de mayo 2025) En una época marcada por avances tecnológicos vertiginosos, la Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en una palabra que genera tanto entusiasmo como temor. Para muchos jóvenes que recién se insertan en el mundo laboral, la amenaza de que sus funciones sean absorbidas por algoritmos parece una pesadilla sacada de una película de ciencia ficción. Sin embargo, la realidad —como suele ocurrir— es más compleja, y el reciente caso de la multinacional IBM lo demuestra con contundencia. Ojo, pestaña y ceja.
IBM: del despido masivo a la recontratación estratégica gracias a la IA
Recordamos a inicios de 2023, IBM protagonizó uno de los movimientos más drásticos en su proceso de transformación digital: despidió a cerca de 8,000 trabajadores en el área de recursos humanos. ¿La razón? Automatizar las tareas repetitivas mediante sistemas de IA, reducir costes y aumentar la eficiencia. Herramientas como AskHR —un agente conversacional desarrollado con IA— llegaron a automatizar hasta el 94% de los procesos rutinarios, desde la gestión de vacaciones hasta la emisión de documentos laborales, generando un ahorro estimado de 3,500 millones de dólares.
Este movimiento se alineó con una tendencia extendida en el sector tecnológico. Gigantes como Google y Spotify también han iniciado procesos similares, prescindiendo de funciones consideradas redundantes. La promesa de la automatización era clara: menos gasto, más productividad.
La historia no terminó ahí: los límites de la automatización
Lo que no preveían los ejecutivos era que la implementación masiva de IA desencadenaría nuevas necesidades y vacíos operativos. Como lo reportó el Wall Street Journal, IBM se vio obligada a volver a contratar personal, aunque esta vez con perfiles distintos. La propia tecnología que les permitió optimizar procesos también reveló sus limitaciones: no todo puede (ni debe) ser automatizado.
El CEO de IBM, Arvind Krishna, reconoció que la automatización permitió redirigir recursos a áreas estratégicas como ingeniería, ventas y marketing, donde se necesitan habilidades humanas irremplazables: creatividad, pensamiento crítico y empatía. En otras palabras, se pasó de tareas mecánicas a roles con verdadero valor añadido.
Incluso con más de 11,5 millones de interacciones atendidas por AskHR en 2024, el sistema aún requiere intervención humana en un 6% de los casos, un dato que visibiliza con claridad que la IA no es infalible. Ese pequeño porcentaje representa miles de interacciones complejas, sensibles o atípicas que ningún bot puede resolver con eficacia.
¿Qué nos dice esto? Lecciones clave para jóvenes, empresas y educadores
El caso de IBM, lejos de ser una excepción, se repite en otras industrias. Plataformas como Duolingo intentaron reemplazar personal con chatbots, pero tuvieron que dar marcha atrás. ¿Por qué? Porque el contacto humano sigue siendo clave en sectores como la educación, la salud, la comunicación o la atención al cliente.
El Foro Económico Mundial proyecta que 92 millones de empleos desaparecerán para 2030 por la automatización. Pero también señala la creación de nuevas profesiones, desde arquitectos de algoritmos éticos hasta curadores de datos, entrenadores de IA, diseñadores de experiencia conversacional, entre muchos otros.
La gran lección es que la IA no es un “cuco” que viene a quitar empleos, sino una herramienta poderosa que obliga a replantear el tipo de trabajo que queremos realizar. Las empresas ya no necesitan tanto a quienes repiten instrucciones, sino a quienes las crean, las cuestionan y las mejoran. Los jóvenes que entiendan esta dinámica estarán mejor preparados para adaptarse y liderar la nueva economía digital.
Convivencia productiva y pacífica
En lugar de temerle a la IA, debemos aprender a convivir con ella, entender sus límites y potenciar nuestras fortalezas humanas. Para las empresas, la transformación digital no se trata solo de reducir personal, sino de reimaginar el talento. Para los jóvenes, el mensaje es claro: no compitan con las máquinas; hagan lo que las máquinas no pueden hacer.
La historia de IBM es solo una muestra de lo que viene. Y en ese futuro híbrido de máquinas y humanos, el verdadero valor estará en quienes sepan pensar, conectar, sentir y crear.
